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ISSN 1989-4163

NUMERO 44 - VERANO 2013

Matrícula de Honor

Itziar Mínguez

Autora: Clara Usón. Título: La hija del Este. Colección Booket. Marzo 2013

Clara Usón ha ganado el Premio Nacional de la Crítica en Lengua Castellana, modalidad de narrativa con La hija del Este, su sexta novela. Un premio no siempre es garantía de calidad de la obra galardonada, pero dudo que pueda cuestionarse en el caso de esta novela. Inmersa en plena lectura de La hija del Este, y antes de que recibiera el galardón, llegué a pensar que era difícil que se hubiera escrito un libro mejor en el curso del año 2012. Ahora aparece la novela editada por la Colección Booket, un ejemplar de bolsillo con el que merece la pena hacerse y que no mermará la economía de nadie pero en cambio su lectura se convertirá en una fuente de riqueza inagotable. A todos los niveles. Confieso que Clara Usón es una escritora a la que, sin querer, había perdido la pista y eso que se ha prodigado con mayor o menor frecuencia desde su lejana primera novela  Las Noches de San Juan, también galardonada con el premio femenino Lumen en un lejano año 1998. Leí su primera novela con interés y, tras la lectura de esta última, creo que voy a devorar las escritas en el período que las separa. No quiero perderme nada de lo que esta escritora tenga que decirme. Más allá de su narrativa precisa y preciosa hay un latido permanente. Y en el caso de La hija del Este puede decirse que la realidad se ha comido definitivamente a la ficción, con la naturalidad con que el pez grande se come al pequeño, por pura supervivencia. La hija del Este se mueve en el terreno que últimamente tanto me interesa de la novela, ese terreno que parte de la realidad para explicarla de la única manera que se puede explicar la realidad en los últimos tiempos: desde una ficción que se rinde y somete a lo real. Casi ninguna ficción podría sobrevivir hoy en día si no fuera porque se alza desde la realidad que nos rodea proyectándonos hasta el centro mismo de nuestros miedos, a base contener nuestro corazón en un puño y al tiempo que ahogamos un grito de impotencia en la garganta. Ninguna ficción puede competir con la realidad. La televisión, lo mediatizado que está el mundo, hace que sea imposible sustraerse de lo que está pasando. En La hija del Este, Clara Usón parte de un acontecimiento que marcó un hito en la forma de enfrentar realidades: el conflicto de los Balcanes. Esas guerras concatenadas: la de Serbia, la de Bosnia, la de Kosovo… a las que asistíamos en directo, a través de los corresponsales de televisión que narraban el conflicto desde el centro mismo del polvorín. Costaba seguir aquello. Costaba creer que estuviera pasando eso en la Europa de finales de siglo XX. Pero sucedía. No solo sucedía sino que era retransmitido y llegaba a nuestra sobremesa entre algunas noticias de la política nacional, crónicas de sucesos, la sección de deportes y la previsión meteorológica. Creo que mirábamos la pantalla sin entender demasiado pero yo, lo confieso, estaba absorbida por esa guerra lejana que sentía, en realidad, tan cerca. Clara Usón ha tomado un elemento de aquella guerra. Un personaje femenino: Ana Mladic. No quiero desvelar nada de esta historia. Cada palabra, cada frase, cada párrafo de esta novela es pura emoción, pero lo es más en la medida que se desconocen las claves que conforman la historia. Una historia con minúsculas, la intrahistoria, que al final termina siendo engullida por la Historia mayúscula, la que escriben los historiadores y que, casi siempre, coincide con la que cuentan los vencedores. El conflicto en el que se contextualiza La hija del Este -el de los Balcanes- es un pretexto en realidad para hablar de la sinrazón de los conflictos, de la demagogia, de la palabra puesta al servicio de un interés y del peso por el que terminan cayendo todos los nacionalismos que son en el fondo el mismo y todos los fascismos sean del signo que sean. Los contrarios, los antagonistas, terminan encontrándose en sus extremos porque parten del mismo ideal y albergan el mismo sueño. En ese punto tangencial es donde, casi siempre, terminan encontrándose los que hasta entonces fueron enemigos y estrechando la mano sin que empleen un solo segundo en pensar cuántas vidas han sido sacrificadas para terminar hallándose los tiranos compartiendo mesa y repartiendo territorio. Clara Usón escribe magistralmente una fórmula que hace entendible la sinrazón y evidencia la vergüenza ajena con la que nos convertimos en espectadores-cómplices de ella, tal vez sin pretenderlo pero también sin cuestionarlo. Todo esto es La hija del Este, esa novela que sientes alivio y gratitud por haber leído; una historia que deja un rastro de angustia pero también de empatía. Tal vez suena un poco manido, pero hay libros que pueden quebrarte el paso y cambiarte la vida. Quien quiera leer solamente una novela también puede encontrar una historia apasionante, con la que engancharse, pero es imposible sustraerse a su magnetismo y no caer en las redes de su intrincada propuesta. Una novela compleja, difícil, pero no inaccesible ni indescifrable. Si 488 páginas después de su inicio has conseguido que te detenga el aliento al menos una vez, algo quedará para siempre. La hija del Este es una inversión de futuro y su promotora, Clara Usón, una narradora grande, muy grande a la que hay que pedir el favor de que siga escribiendo. Ganamos todos.

 

La hija del Este

 

 

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